Frida
Kahlo
Artista
Admira la figura de cera de Frida Kahlo, una de las artistas más icónicas del siglo XX, cuya vida y obra reflejan dolor, pasión y una identidad única.
Nacida en una familia de clase media, Frida Kahlo no tuvo una infancia sencilla. A los seis años, contrajo poliomielitis, lo que le dejó la pierna derecha más delgada que la izquierda y le valió el apodo de “Frida la coja”.
Sin embargo, su verdadero calvario comenzó a los 18 años, cuando sufrió un grave accidente de autobús, causándole múltiples fracturas en la columna vertebral y en la pelvis, y dejándola postrada en cama durante largos periodos. Durante su convalecencia, Frida empezó a pintar, usando un caballete adaptado y un espejo colocado sobre su cama. Es así como iniciaba su viaje artístico.
Influenciada por el arte popular mexicano, sus obras están llenas de simbolismo, llamativos colores y un profundo sentido de identidad nacional. Además, se casó con el famoso muralista Diego Rivera, quien la animó a seguir pintando y a desarrollar su propio estilo. Una relación que marcaría por completo su vida y su obra.
Frida Kahlo es conocida fundamentalmente por sus autorretratos, que representan tanto su dolor físico como emocional. Su obra es una ventana a su mundo interior, cargado de sufrimiento, pero también de una feroz determinación por seguir adelante.
De hecho, aunque muchos han descrito su estilo como surrealista, ella misma rechazaba esta etiqueta, afirmando que no pintaba sueños, sino su propia realidad. No solo capturó su dolor, sino que lo transformó en arte y lo utilizó para conectar con su público a un nivel profundamente personal, lo que la convirtió en uno de los mayores exponentes del feminismo y de la cultura mexicana.
Primeros cuadros de Frida Kahlo
Los primeros cuadros de Frida Kahlo están profundamente influenciados por su sufrimiento personal y su deseo de entender y expresar su identidad.
Su primer autorretrato, “Autorretrato con traje de terciopelo” (1926), fue un regalo para su entonces novio Alejandro Gómez Arias. Una obra en la que puede notarse la influencia del Renacimiento italiano y del arte europeo, con una fuerte atención al detalle y muy enfocada en la belleza idealizada.
Otro de sus primeros trabajos, “El autobús” (1929), refleja una escena cotidiana en México y su interés por la vida de la gente común. En este cuadro, Frida representa a diferentes personajes sentados en un autobús, una clara alusión a su accidente.
La siguiente etapa de su carrera se caracteriza por una exploración de su identidad y de su dolor, empezando a desarrollar su propio estilo. Obras como “La mesa herida” (1940) y “El tiempo vuela” (1929) muestran su habilidad para utilizar el simbolismo y la iconografía mexicana, mezclando sus propias experiencias personales con elementos religiosos y culturales.
La evolución de las obras de Frida Kahlo
Con el paso del tiempo, las obras de Frida Kahlo fueron evolucionando tanto en técnica como en profundidad emocional, reflejando cada vez más sus experiencias personales, sus relaciones y su compromiso político en sus pinturas.
Años 30
Durante los años 30, mientras viajaba con Diego Rivera por Estados Unidos, su arte comenzó a adquirir un simbolismo más complejo y a incluir más elementos surrealistas. Una obra destacada de esta época es “Mi nacimiento” (1932), que muestra una escena visceral del nacimiento de Frida, donde la madre está representada sin vida. Un claro ejemplo de cómo Frida utilizaba su arte para procesar y comunicar su dolor físico y emocional.
Además, en “Henry Ford Hospital” (1932), Frida representa su experiencia de un aborto espontáneo, con su propio cuerpo desnudo en una cama de hospital, rodeada de símbolos del dolor y la pérdida.
Años 40
En la década de 1940, Frida creó algunas de sus obras más famosas. “Las dos Fridas” (1939) es un autorretrato doble que simboliza su identidad dividida: una Frida vestida de manera tradicional mexicana y la otra con un vestido europeo, unidas por un corazón expuesto y arterias sangrantes. Una obra que refleja el constante conflicto interno y la lucha de la artista por reconciliar los diferentes aspectos de su identidad.
Otro cuadro icónico de esta época es “La columna rota” (1944), donde Frida se retrata con una columna vertebral fracturada, un corsé y clavos por todo su cuerpo. Este autorretrato simboliza su sufrimiento físico y emocional y es una de las imágenes más representativas de su obra.
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